viernes, junio 30, 2006

La frase del día

Perdona siempre a los demás, nunca a ti mismo. Publio Siro.

La ventana

Este texto me ha llegado a través del correo (gracias), a través de una presentación PowerPoint. El autor parece ser anónimo, pero la verdad es que el mensaje que transmitió es hermoso y revelador. Quiero compartirlo con todos vosotros:

Una pareja de recién casados se mudó a un barrio muy tranquilo.

En la primera mañana en la casa, mientras tomaba café, la mujer reparó a través de la ventana, que una vecina colgaba las sábanas en el tendedero.

- ¡Qué sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero! - dijo la mujer - Quizás necesite un jabón nuevo. ¡Ojalá pudiera ayudarla a lavar las sábanas!

El marido miró y quedó callado.

Y así, cada dos o tres días, la mujer repetía su discurso, mientras la vecina tendía sus ropas al sol y al viento.

Al mes, la mujer se sorprendió al ver a la vecina tendiendo las sábanas bien limpias. Le dijo a su marido:

- ¡Mira!. ¡La vecina aprendió por fin a lavar la ropa!. ¿Le enseñaría otra vecina?

El marido le respondió:

- No. Hoy me levantá más temprano y lavé los cristales de nuestra ventana.


La vida es así: todo depende de la limpieza de la ventana, a través de la cual observamos los hechos.

Antes de criticar, quizá sería conveniente verificar si hemos limpiado la ventana del corazón para poder ver más claro. Entonces podremos ver claramente la limpieza del corazón de los demás.

jueves, junio 29, 2006

Mi frase

Es tu actitud frente a los avatares de la vida la que llena o vacía la copa que sacia la sed de tu espíritu. Rafael Hernampérez

La frase del día

Dentro de tí hay mucho más de lo que tú conoces. Laura Gallego García. Memorias de Idhún

miércoles, junio 28, 2006

Atrévete a cambiar

Acabo de hablar por teléfono con mi buen amigo Angeliyo, un gran amigo, una gran persona, y todo un ejemplo de valores y de actitudes en la vida.

Fuimos compañeros de trabajo, hace cinco años. Por aquel entonces estábamos sufriendo los avatares de la explosión de la burbuja tecnológica, desarrollando proyectos en una gran entidad bancaria. Nos hicimos amigos y compartimos muchas cosas juntos, durante unos pocos pero intensos meses. Ambos terminamos nuestro proyecto y también una etapa laboral, ya que el despido nos arrojó a las fauces de un feroz e intransigente mundo en hambre tecnológica.

Nuestras vidas se separaron, pero un finísimo e invisible hilo unía nuestros corazones, a pesar del tiempo y de la distancia. Hace apenas un año, recibí, sorpresivamente, un SMS (mensaje por teléfono móvil) de Angeliyo, comunicándome el fallecimiento de su padre. Fui al tanatorio a compartir con él algunos minutos de mi amistad y de mi incondicional apoyo. Nuevamente, aquel hilo, como si de una esponja se tratara, volvió a absorber el líquido vital de nuestra amistad, haciéndose más grande y fuerte que antes.

Desde entonces y hasta hace casi un mes, hemos tenido contactos esporádicos y frecuentes. Durante todo este tiempo, Angeliyo sufrió no sólo una pérdida muy querida y notable, si no también la ruptura definitiva de su pareja de hace más de 10 años, aunque no su amistad. A este cuadro faltaba añadirle un poco más de tinta gris sobre la terrible forma de un paro implacable que le sumergió en una gran depresión durante casi dos años.

A finales del año pasado estuvo a punto de venirse conmigo a mi empresa, y emprender juntos la aventura de trabajar de nuevo juntos y en tierras inglesas. Pero una decisión de última hora evitó la firma del contrato, y Angeliyo se quedó en España con las ganas.

El subsidio por desempleo se terminó, y necesitaba a toda costa trabajar de nuevo. Y encontró trabajo en una consultora informática, dando al traste con sus sueños de libertad y de estar en Inglaterra o en Irlanda. Era un trabajo al fin y al cabo.

Aunque el proyecto y los compañeros le trataron bien, Angeliyo tenía una espina clavada en su corazón. Y durante todos estos años de trabajo en consultoría se alimentó en su alma una llama que le quemaba en lo más profundo de su ser. Aquel fuego le consumía, y sufría de modo exasperante. Y no es para menos, y todos los que trabajamos en una consultora lo sabemos. Este negocio es puro "body-shopping", es decir, eres un número, un ingreso, una cifra. Cuando te quedas sin proyecto (cosa muy habitual), te quedas fuera. No importa todos tus talentos, ni tu profesionalidad ni la gran persona que eres. Eres un simple número, que estando en un proyecto eres azul (positivo), y que fuera de un proyecto eres rojo (negativo).

Además, la política de este tipo de consultoras es totalmente inhumano. Apenas conoces a tus jefes superiores, a los que casi nunca ves. O a tus gerentes, que a lo mejor te llevan la nómina un día al mes, te preguntan qué tal, y se olvidan de ti. Además de este "apartheid", se sufre las iras del cliente, ya que trabajas en su casa, con su gente, en sus instalaciones y con sus equipos (ésto no siempre es así). Pero para él eres un intruso, que aunque le ayudes y le saques el trabajo, te mira como a un extraño, y encima te exige porque está pagando por ti.

No deseo enrollarme ni criticar el sistema de la consultoría informática. Simplemente quería plasmarlo en dos trazos generales para aquellos que no conocen este mundillo.

Angeliyo estaba sumido en una gran depresión y siempre echaba pestes por aquello y por lo otro. No veía nada bueno en lo que había a su alrededor. Las gafas por las que miraba el mundo estaban completamente sucias, y veía el mundo hediondo, sacando todos los defectos y no encontrando ninguna virtud ni beneficio. Se dejó llevar por la corriente de la autocompasión y, a modo defensivo, construyó muros infranqueables. Y como no veía más que suciedad, siguió atrapado en ese remolino sin caer en la cuenta de que debía limpiar esas gafas y ver todo en su estado natural, de manera objetiva, y como un mero espectador.

Entiendo a Angeliyo, que incluso hoy en día sigue opinando igual. Por su experiencia y los avatares que vivió, tiene miedo a montar en esa bicicleta, por si vuelve a caerse. La tira a un lado y piensa que es un objeto diabólico, que debe evitar a toda costa aunque le guste. En el fondo de su corazón siente una alegría inmensa cuando ve a otros niños montar felices en sus bicicletas.

Angeliyo consiguió un trabajo en León (a casi 350 kilómetros de Madrid), dejando todo cuanto tenía, incluyendo una casa, y emprender una nueva aventura, a comenzar de cero. Ahora es comercial en una empresa que se dedica a instalaciones de calefacción y aire acondicionado a nivel industrial.

Hablando con él he descubierto al niño alegre que había tras su carita triste y desgraciada. La llama del abatimiento y la pesada losa de la apatía han desaparecido por completo. Ahora es una persona eufórica, llena de vida, ilusionada y con muchas ideas, con muchos planes y con muchas ganas de vivir. En la casi media hora que le he tenido al teléfono no he tenido ocasión de decir apenas una palabra. Su excitación era increíble, su entusiasmo, su alegría, su dicha, su inspiración y su motivación. La vacía y seca copa estaba ahora rebosante.

Hace menos de un mes estaba en un extremo. Hoy está en el otro. Su vida ha cambiado a mejor, tras mucho tiempo de indecisiones y frustraciones. Ya no tenía nada qué perder y ahora lo tiene todo para ganar.

Si algo no funciona, si algo bloquea tu vida, si por más que lo intentas no hay forma de avanzar, lo mejor es plantearse un cambio hacia aquello que realmente aspiras y deseas para tu felicidad. No hay que tener miedo de las limitaciones ni de qué podrá ocurrir. Es mejor morir intentando ser libres que vivir sumidos en la cárcel de nuestra propia esclavitud.

Ahora, mientras escribo estás líneas, siento descender una lágrima por mi mejilla. Angeliyo está lejos y a lo mejor no le vuelvo a ver. Pero sé que ese invisible hilo no se ha roto y que algún día, en esta vida o en otra, ese hilo volverá a unirnos como nunca. Ahora soy feliz, porque Angeliyo es feliz.

Mi frase

Tres secretos conozco para empezar a ser feliz: dejar de compararte con los demás, dejar de reflexionar sobre el pasado (eliminar de tu vocabulario expresiones como "si hubiera" o "si hubiese"), y dejar de construir frases negativas (eliminando la conjunción "no" y otras partículas negativas). Rafael Hernampérez

La frase del día

Si exagerásemos nuestras alegrías como hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían su importancia. Anatole France

martes, junio 27, 2006

Los colosos de piedra

Caminando y absorto en mis problemas, tropecé con una pequeña piedra. Caí de bruces y maldecí aquel inoportuno pedrusco. Curiosamente, aquella pequeña piedra creció poco a poco hasta convertirse en una pequeña roca. Asustado, me incorporé. Di tres pasos hacia atrás. La pequeña roca comenzó a crecer nuevamente hasta tener mi tamaño. Mi respiración se agitó, y comencé a ser presa del pánico.

De repente, la roca se movió hacia mí, mientras crecía más y más. Ahora tenía el tamaño de una pequeña casa. Retrocedí aún más, aterrado ante aquel extraño prodigio. Tras de mí, una pared rocosa detuvo mi huída. Un frío se apoderó de todos los miembros de mi cuerpo, y mi estómago se cerró dolorosamente. Una lágrima se desprendió de mis ojos, mientras la roca crecía más y más, y se acercaba más y más.

Mi cuerpo temblaba, y a aquella lágrima le sucedió otra, y después otra, hasta que mis ojos se convirtieron en un amargo y salado manantial. La roca que estaba a mi espalda comenzó a moverse hacia delante, empujándome hacia la primera roca. Mi pavor se convirtió en desesperación.

Huí hacia un lado, intentando escapar de las dos rocas. Las pequeñas piedras que había empezaron todas a crecer. Esto no podía estar pasándome a mí. ¿Por qué?

En poco tiempo, me encontré rodeado por un ejército de rocas de diferentes tamaños, no inferiores a mi propio tamaño. En aquellas moles se dibujaba tenuemente el rostro aterrador de un demonio que las poseía y que se reía amenazadoramente. Estaba siendo atrapado por un ejército de piedras, que me perseguían, cerrando toda vía de salida.

Comencé a correr, sorteando aquellas malditas rocas crecientes. Los huecos iban cerrándose, y aquellas corpulentas masas de piedra iban formando paredes, creando muros y obstáculos que impedían mi avance hacia la libertad.

Aceleré mi paso con la vana esperanza de salir de aquel infierno cuanto antes, o en espera de que ocurriese algún otro insólito hecho que me rescatase de aquella absurda situación.

Dejé de correr, y me detuve. Estaba cansado. Estaba desesperado. No podía más. Que fuera lo que tuviera que ser y que fuera lo que tuviera que pasar. Aquello debía solucionarse sólo. Al fin y al cabo, también se había creado sólo y yo no tenía culpa de nada. Simplemente fui víctima de quién sabe qué caprichosa broma del destino.

De repente, algo cambió. Aquellas rocas se detuvieron y empezaron a menguar. Sus colosos tamaños fueron encogiendo, y en poco tiempo sus tamaños fueron inferiores al mío. Las cosas volvían a su estado natural.

¿O no?. Mirando hacia abajo comprobé que aquellas rocas no estaban menguando. Era yo, quién estaba creciendo, ya que los árboles también eran pequeños, inferiores incluso a aquellos mini-colosos de piedra.

Llegó un momento en el que las rocas más altas no superaban la altura de mi rodilla. El problema estaba resuelto. Quise andar, pero no pude. Quise moverme, pero no pude. Mira hacia mi cuerpo, y mi cuerpo era de piedra.

MORALEJA: Los problemas son las piedras que hay en nuestro camino. Si les damos demasiada importancia, si pensamos sólo en ellas, magnificaremos su tamaño como si de un potente microscopio se tratara. La obsesión convertirá pequeñas piedras en ingentes y temibles colosos, nos derrumbaremos, nos desesperaremos y terminaremos luchando vanamente contra fantasmas y demonios inexistentes. Al final, el mayor de los problemas, el mayor de esos colosos de piedra, somos nosotros mismos, porque, en realidad, el problema somos nosotros.

La frase del día

El secreto de mi felicidad es tratar las catástrofes como molestias, y no las molestias como catástrofes. André Maurois

lunes, junio 26, 2006

Ya está disponible el libro "El Rincón de la Felicidad"

Tras varios días de recopilación y revisión del material, ya he maquetado y publicado el libro "El Rincón de la Felicidad: un remanso de paz para el corazón". En él encontrarás todo lo publicado en el blog "El Rincón de la Felicidad": ensayos, relatos, cuentos, reflexiones y frases célebres. 100 páginas de sabiduría y reflexión totalmente gratuitas, y que puedes copiar, imprimir o utilizar en tus obras, ya que está bajo el amparo del Copyleft, y bajo la licencia Free Art License.

Sólo espero, amigo lector, que este libro que en tus manos reposa sirva de guía y de brújula en tu andar por la vida, y que en sus páginas encuentres un remanso de paz y de reflexión para tu noble y agotado corazón.

Descarga del libro en formato electrónico (necesitarás un descompresor ZIP) disponible en:

Formato Microsoft Word

Formato PDF

La frase del día

Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado. Miguel de Unamuno

domingo, junio 25, 2006

La frase del día

Nadie que confía en sí, envidia la virtud del otro. Marco Tulio Cicerón

Os pido un poco de paciencia

Hola a todos,

He tenido una gran idea para un relato. En un principio iba a ser un relato corto, pero la idea es tan fascinante que el relato se me está extendiendo un poco "bastante". Le estoy poniendo todo mi empeño y mi ilusión, y os puedo asegurar que os transportará a otro mundo, a otra dimensión, os hará imaginar un mundo de fantasía, y que vais a poder disfrutar de él tanto leyéndolo como yo estoy disfrutando al crearlo. Esta semana se me antoja harto complicada por motivos de trabajo, por lo que el relato tendrá que esperar una semana más. Por tanto, disculpadme si durante toda esta semana publico solamente frases célebres, pero os prometo que la espera vale la pena.

Aprovecho para daros a todos las gracias por vuestras palabras de ánimo y por vuestras felicitaciones por mi libro. Muchas gracias, de corazón.

Os deseo paz y amor en vuestro camino. Un abrazo,


Rafael Hernampérez

viernes, junio 23, 2006

La frase del día

No os toméis la vida demasiado en serio; de todos modos no saldréis vivos de ésta. Bernard Le Bouvier de Fontenelle

miércoles, junio 21, 2006

Una parada en el camino

El silencio es el remanso donde uno entra en contacto consigo mismo, donde encuentras al amigo que hay dentro de ti, que te aconseja y te enseña las lecciones más importantes de tu propia existencia. Este sitio iluminado por la paz interior es como una estación de servicio donde habría que detenerse a diario para descansar, en mitad de esa alocada carrera que es la vida, y poder realizar mejor el resto del viaje.

Ayer hice esa pequeña parada, y en ella encontré a ese enemigo que encuentro tras el espejo, que ahora como amigo me tendía la mano y me hablaba con el corazón. Me planteó una serie de importantes preguntas que, respondidas con sinceridad y humildad, me hicieron ver y plantearme la vida desde otra dimensión.

¿Por qué eres infeliz?. ¿Qué factores hacen de tu vida un camino pedregoso, escarpado y difícil?. ¿Qué harías tú para que ese camino estuviera despejado y llano?.

Estas tres simples preguntas son, en realidad, difíciles de responder, puesto que todos nosotros mentimos por naturaleza, con el fin de sobrevivir en este hostil y peligroso mundo.

¿Por qué mentimos?. Si valoramos imparcialmente nuestros actos, observaremos que nuestra primera reacción es la mentira. Una reacción de supervivencia. ¿Por qué?. Porque este mundo es un mundo etiquetado y disfrazado. Tanto tienes tanto vales. Tal aparentas tal eres. A todo le ponemos etiqueta: el coche que utilizas, tu casa, tu barrio, tu belleza, tu sueldo, tu puesto, tu apodo, el tipo de música que escuchas, el tipo de películas que ves, tus conocimientos, tu cultura, tus reacciones, tu forma de ser… todo, hasta lo más absurdo, tiene una etiqueta.

Y en medio de ese mundo etiquetado queremos tener un valor por encima de lo que en realidad somos. Nos importa mucho esa etiqueta. Nos importa mucho cómo nos ven los demás. Parece que somos mercancía que nos vendemos nosotros mismos.

¿Por qué nos complicamos tanto la vida?. Todas estas mentiras y todas estas etiquetas nos están robando lo más fundamental de nuestro ser: nuestro propio ser.

Actuamos como no somos, hacemos lo que no queremos hacer, no decimos lo que queremos decir. En todo lo que hacemos ponemos un toque teatral, asumimos un papel, actuamos. Hacemos las cosas como los demás quieren que las hagamos, o, lo que es peor, como nosotros creemos que los demás quieren o esperan que las hagamos.

Subimos a ese escenario y representamos un papel. Actuamos según un guión, no somos nosotros mismos. La vida es una obra maravillosa en donde el actor da lo mejor de sí mismo, y eso le hace diferente: eso le identifica.

Nosotros, en cambio, nos complicamos la existencia pretendiendo ser otro tipo de actor, con otras cualidades (a veces exagerando las nuestras y otras adquiriendo las que no son nuestras), emular a otros actores. Nos comparamos con otros, envidiando sus cualidades, imitándolas. Queremos llevar esas etiquetas, revalorizarnos falsamente.

Pero las mentiras son como las cajas de sorpresa: al final alguien las abre y descubre lo que hay en su interior. Las mentiras son espejismos que terminan revelando el vacío que disfrazaban. Las mentiras son máscaras que terminan cansando y terminan quitándose, revelando al final el verdadero rostro.

Sin embargo, la verdad no necesita de disfraces ni de máscaras. La verdad es como el agua: transparente, limpia, sana y agradable. ¿Por qué contaminar el agua que sacia tu sed con oscuros y sofisticados sabores?. ¿Por qué teñir su autenticidad con oscuros y falsos colores?.

Mentimos, y al mentir no mentimos a los demás: nos mentimos a nosotros mismos. Al final, la mentira se descubre. Al final, es peor ser descubiertos en una hermosa mentira que sufrir una vergonzosa verdad.

Creo, sinceramente, que la felicidad comienza en nosotros mismos, en nuestra verdadera identidad. Reconocer nuestro ser interior, sin disfraces ni máscaras ni mentiras. Liberarse de las etiquetas, de compararse con los demás, de las frustraciones y de los complejos. La felicidad reside, principalmente, en interpretar nuestro propio papel en este escenario que es la vida.

La frase del día

Nuestro teatro es la vida y en ella hay muchas escenas, que incluyen: la de la sala de estar en casa, la de la oficina en el trabajo, la del coche, la de la tienda, etc. Cada escena requiere el papel adecuado. La tensión y el estrés surgen cuando representas un papel equivocado para una escena en concreto, o cuando crees que eres el propio papel, es decir, cuando te identifiques con él. Miriam Subirana

martes, junio 20, 2006

Ya está disponible el libro "El Rincón de la Felicidad"

Tras varios días de recopilación y revisión del material, ya he maquetado y publicado el libro "El Rincón de la Felicidad: un remanso de paz para el corazón". En él encontrarás todo lo publicado en el blog "El Rincón de la Felicidad": ensayos, relatos, cuentos, reflexiones y frases célebres. 100 páginas de sabiduría y reflexión totalmente gratuitas, y que puedes copiar, imprimir o utilizar en tus obras, ya que está bajo el amparo del Copyleft, y bajo la licencia Free Art License.

Sólo espero, amigo lector, que este libro que en tus manos reposa sirva de guía y de brújula en tu andar por la vida, y que en sus páginas encuentres un remanso de paz y de reflexión para tu noble y agotado corazón.

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La frase del día

Las lágrimas más amargas que se derramarán sobre nuestra tumba serán las de las palabras no dichas y las de las obras inacabadas. Harriet Beecher Stowe

lunes, junio 19, 2006

La frase del día

La mente es como las raíces de un árbol: están bajo tierra y no las podemos ver, pero aún así le dan al árbol la fuerza para soportar las tormentas. Miriam Subirana

El entierro del burro

Cierta vez, un viejo burro cayó en el interior de un seco pozo. Desesperado y afligido, comenzó a llorar desconsoladamente, haciendo retumbar el pozo con sus rebuznos.

El amo del burro, tras un rato buscándole, oyó sus lamentos, y se asomó al borde del pozo, observándole con atención.

- "Mira tú por dónde que esta es una oportunidad única" - pensó del dueño - "Este viejo y seco pozo necesita ser tapado, y ese viejo burro ya no sirve para nada".

Se fue a su casa, y poco antes del anochecer volvió con sus dos hijos, su hermano y su cuñado, portando cada uno una pala. Al poco tiempo, empezaron a echar tierra al pozo, con el fin de tapar el pozo y de enterrar vivo al burro. El pobre jumento, viéndose en tan precaria situación, empezó a llorar más fuerte, mientras recibía desde lo alto paladas de tierra.

Al cabo de un rato, el pollino dejó de rebuznar. Los cuatro hombres siguieron arrojando tierra al pozo, con energía e ímpetu, con el fin de llegar a tiempo para la cena.

Recién inaugurada la noche ocurrió algo inverosímil. La tierra que arrojaban al pozo era esparcida de repente. El dueño se detuvo a mirar por el borde el pozo, mientras que su familia seguía echando tierra. Observó que la tierra caía sobre el lomo del asno, y que éste se sacudía la tierra para, inmediatamente después, subirse en la tierra recién echada y poder ascender poco a poco hacia el borde del pozo.

Al final, el burro llegó al exterior y salió trotando hacia su establo, ante la mirada atónita de sus enterradores.

Moraleja: En la vida recibirás paladas de tierra, que serán problemas, preocupaciones y tristes sucesos. Para salir de tus pozos deberás obrar como el burro: sacudirte esa tierra y subirte encima de ella. Esos problemas serán la oportunidad que tengas para salir del pozo.

domingo, junio 18, 2006

El tarro y los guijarros

En cierta conferencia, un viejo maestro debía realizar un monólogo sobre el tiempo, ante ilustres y célebres personalidades del mundo. En lo alto del estrado, el sabio profesor sacó de su chaqueta un frasco de cristal. Después sacó una bolsa de su bolsillo, que estaba llena de guijarros. A continuación, llenó el frasco de guijarros, hasta que no entraba ni uno más. Ante la expectante atención de los presentes, el ponente carraspeó y formuló una pregunta:

- ¿Está el tarro lleno?.

Los asistentes respondieron casi al unísono:

- Sí.

El profesor sacó otra bolsa de otro bolsillo, la cual contenía grava, y vertió el contenido de ésta sobre el bote. La grava, al ser más pequeña que la grava, fue rellenando los huecos que iba dejando los guijarros hasta que no cabía más grava. Se volvió hacia los estupefactos asistentes y volvió a formular la pregunta:

- ¿Está el tarro lleno?.

Ahora sólo la mitad de los asistentes respondieron:

- Sí.

El resto, por precaución, prefirió callar.

El profesor sacó de otro bolsillo otra bolsa, esta vez con arena, y vertió su contenido en el frasco, filtrándose entre los guijarros y la grava. Cuando ya no entraba más arena, el viejo maestro volvió a formular la pregunta:

- ¿Está el tarro lleno?

Los asistentes, atónitos, no sabían qué decir, hasta que uno dijo rompiendo el silencio:

- Es obvio que ya no entra nada más. El tarro ahora sí que está lleno.

Entonces el maestro sacó de su chaqueta una pequeña botella de agua, y vertió el líquido elemento en el tarro, llenando los minúsculos huecos vacíos que aún quedaban en el tarro. Cuando el contenido del tarro llegaba hasta el borde, el viejo profesor cerró el tarro.

Los sorprendidos asistentes no sabían qué decir. No sabían qué quería decir o demostrar aquel anciano.

Tras un silencio prolongado, el maestro miró a todos los asistentes y formuló su exposición:

- Nuestra vida es como este tarro que ustedes ven. Los guijarros representan las cosas más importantes y esenciales de sus vidas, las más prioritarias, tales como su familia, su salud, sus sueños o su propia felicidad. La grava representa las cosas que son importantes pero no tan esenciales o prioritarias. La arena representa cosas que son poco importantes o necesarias. Para poder llenar el tarro es preciso meter primero los guijarros, después la grava, la arena y el agua, de mayor a menor tamaño, y no en otro orden. Si quieren una vida llena, no antepongan las menudencias a las prioridades. Pregúntense cuáles son los guijarros más grandes o importantes de su vida, y empiecen a llenar el tarro de su vida con esos guijarros en primer lugar.

Hubo un lapso de silencio, en el que los presentes reflexionaron cada una de estas palabras. Tras ese tiempo de reflexión, el auditorio entero se levantó y con una gran ovación reconocieron y alabaron la lección de aquel viejo maestro.

La frase del día

Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír. Anónimo

sábado, junio 17, 2006

viernes, junio 16, 2006

Chapeau

Chapeau (sombrero en francés) es una expresión que se utiliza como reconocimiento, como muestra de admiración por algo que se ha hecho. Es lo mismo que nuestra castellana expresión "quitarse el sombrero", en referencia a una antigua costumbre de respeto y de idolatría por alguien que está en lo más alto.

Me quito el sombrero, amigos lectores, ante una persona a quien desde hace muchos años envidiaba (sanamente, por supuesto), y con el que me he metido y he bromeado en incontables ocasiones. Un ser popular que millones de personas tiranizaron (y aún hoy lo siguen haciendo) debido a su modo de hacer las cosas. Para mi fue un visionario, además de alguien que se aprovechó de muchas personas y de utilizar triquiñuelas para llegar a ser el hombre más rico del mundo. Lo habéis adivinado: se trata de William Henry Gates III, más conocido como Bill Gates, presidente y fundador de Microsoft.

Desde hace algunos años he ido observando un cambio en este peculiar personaje, y es que, lejos de su ambición de ser ser cada vez más y más rico, ha ido realizando millonarias donaciones benéficas a favor de la educación y la salud mundial, especialmente de las personas más necesitadas. Recientemente recibió un premio Príncipe de Asturias por su bondad y altruismo.

Bill Gates anunció ayer que abandonará sus tareas como máximo responsable del emporio Microsoft, y dedicarse la mayor parte de su tiempo a la caridad. Lo anunció con las siguientes palabras:

"Creo que una gran riqueza va acompañada de una gran responsabilidad, la de devolver a la sociedad lo que ésta te ha dado, y la de asegurarse que estos recursos se administran de la mejor manera posible a aquellos que la necesitan".

Detrás de estos actos adivino a ver qué está experimentando Bill Gates desde hace unos años, ya que yo lo he vivido a un nivel muy inferior. Las riquezas son un líquido que se evapora en la copa que da de beber a tu espíritu. La sed espiritual no se sacia comprando nada, si no dando desinteresadamente. No con lo que el dinero pueda comprar, si no ayudando de verdad a los que realmente lo necesitan. Ofrecer simplemente uno de tus hombros para que otro pueda reposar su cabeza, llorar y descargar su pesar, simplemente eso, sacia con creces la sed de tu espíritu.

Chapeau, Bill Gates.

Mi frase

Hay quienes vana y dolorosamente se empeñan en abrir sus heridas, en evitar que cicatricen, con el absurdo propósito de quitarlas y de borrar todo rastro de que una vez existieron. Rafael Hernampérez

La frase del día

Si el sendero por el que vas no tiene obstáculos, es que no lleva a ninguna parte. Stuart Avery Gold

jueves, junio 15, 2006

La frase del día

Cuando veas un gigante, examina antes la posición del sol, no vaya a ser la sombra de un pigmeo. Von Hardenberg

miércoles, junio 14, 2006

Ya está disponible el libro "El Rincón de la Felicidad"

Tras varios días de recopilación y revisión del material, ya he maquetado y publicado el libro "El Rincón de la Felicidad: un remanso de paz para el corazón". En él encontrarás todo lo publicado en el blog "El Rincón de la Felicidad": ensayos, relatos, cuentos, reflexiones y frases célebres. 100 páginas de sabiduría y reflexión totalmente gratuitas, y que puedes copiar, imprimir o utilizar en tus obras, ya que está bajo el amparo del Copyleft, y bajo la licencia Free Art License.

Sólo espero, amigo lector, que este libro que en tus manos reposa sirva de guía y de brújula en tu andar por la vida, y que en sus páginas encuentres un remanso de paz y de reflexión para tu noble y agotado corazón.

Más información y descarga en:

El Rincón de la Felicidad

La frase del día

Yo juro que vale más ser de baja condición y codearse alegremente con gentes humildes, que no encontrarse muy encumbrado, con una resplandeciente pesadumbre y llevar una dorada tristeza. William Shakespeare

martes, junio 13, 2006

La frase del día

Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo, pero su recuerdo, a veces, nunca se borra. Anónimo

domingo, junio 11, 2006

Tener pies

La adolescencia es un período díficil en el que todos caemos en un torbellino de dudas y revelaciones, en el que bruscamente despertamos de un feliz sueño que es la infancia, en una cruenta realidad plagada de enemigos, problemas y sinrazones.

A la edad de 19 años me encontraba prestando el servicio militar, y al mismo tiempo forjándome unos estudios para preparar mi carrera profesional. Era un período de crisis de personalidad y con algunos problemas que me estaban marcando profundamente.

Llevaba varios años de disputas con mi padre. Él tenía un restaurante y quiso que yo heredase el negocio familiar. Pero yo no quería una vida esclavizada, y aún menos por el capricho de mi progenitor. Yo quería otra vida, pero mi padre no quiso entenderme, ni quiso apoyarme en mi decisión. Aquel rencor le llevó a quitarme la palabra, incluso a negarse a mi manutención mientras no tuviera trabajo. Incluso se negó a despedirse de mi cuando tuve que marcharme para incorporarme a filas.

Por otro lado, tuve la gran oportunidad de conocer el amor de una alegre y vivaz muchacha, con la que compartí gratos y felices momentos. Este amor fue intenso y fugaz, como las Perseidas, o estrellas fugaces que en Agosto parecen caerse del firmamento. Un buen día, de forma inexplicable, ella quiso dejar nuestra relación sin ningún motivo.

Aquellos dos factores me llevaron a la deriva en mitad de una tempestad en el mar de la vida. Mi barco no tenía rumbo, no tenía timón y, lo peor de todo, permanecía impasible en el puente de mando, observando cómo mi barco estaba empezando a ser engullido sin piedad por un aciago remolino, mientras el viento y los rayos azotaban su casco.

Las preocupaciones invadieron mi mente. Millones de veces me preguntaba: "¿por qué?. ¿Por qué a mi?. ¿En qué me he equivocado?. ¿Es culpa mía?. ¿Qué he hecho yo para merecerme ésto?. ¿Qué hubiera ocurrido si...?. ¿Y si hubiera hecho ésto o lo otro?".

Imaginaba infinitas maneras de cambiar lo que me estaba ocurriendo. Quería cambiarlo cambiando el pasado. Insistía constantemente en imaginar todas las situaciones posibles, toda la combinatoria imaginable, para cambiar mi pasado, y ver cómo sería mi presente ahora y mi futuro.

Durante un tiempo me dejé llevar por estas ilusiones. Incluso me llegué a tirar tardes vigilando el portal de mi ex-novia, con el fin de pillarla en brazos de otro hombre, y montar la mayor de las peleas, con violencia incluída, para dar así descanso a mi atormentada alma al justificar mi inocencia.

En otras ocasiones, estuve a punto de plantarme delante de mi padre y ponerme al mando del negocio, dejando mis estudios, y sacrificar mi futuro sólo por tenerle satisfecho. O, lo que es peor, renegar de él en público y hacerle daño publicando todas aquellas cosas terribles que me hizo en la niñez.

Encontré en la bebida un falso amigo que me hiciera olvidar todos mis males. A veces también lo busqué en la marihuana. Incluso en varias ocasiones estuve a punto de cometer la peor de las resoluciones: el suicidio.

Una tarde, mientras regresaba del cuartel, andaba por la calle entregado a mis atormentadas fantasías. Estaba culpándome de todo, y culpando a todos de todo. Sufría por el dolor de las heridas de mi alma cuando algo me hizo detenerme en mitad de la calle con el petate sobre mis hombros. El tiempo se detuvo, el sonido también, y todo parecía que se ralentizaba. Fue como si de entre una estática fotografía en blanco y negro apareciese un elemento dinámico en color, y que allá por donde pasara en la fotografía se pintara con alegres y vivaces colores.

A unos cincuenta metros de mi aparecieron dos figuras singulares. Dos jóvenes de más o menos mi edad. Ambos iban por la mitad de la estrecha calle, sin importar si venían o no vehículos. La calle era de un único sentido, y en aquel momento parecía que la habían cortado precisamente para que ellos la utilizaran. Ambos muchachos reían como si el mundo no existiera para ellos, como si los problemas no estuvieran allí. En sus miradas no vi vestigio alguno de preocupaciones, ni de problemas, ni de dolor, ni de pena. Sólo vi felicidad y alegría en estado puro.

Lo más sorprendente de todo es que allí por donde pasaban parecía que el mundo se teñía de color y empezaba a moverse.

Pero lo mejor de todo lo he dejado para el final: el más alegre de los dos estaba postrado en una silla de ruedas.

Así fue como yo, paralizado, vi acercarse a estos dos muchachos, que reían y bromeaban, mientras a su paso todo parecía cobrar color y movimiento. Pasaron junto a mi, sin poder moverme. En el momento que me rebasaron me di la vuelta, y me quedé observándoles hasta que les perdí de vista.

Mi cerebro estaba perplejo. No pude explicarme lo que mi mente empezaba a sacar de su letargo. Ahí estaba yo, un patético egoísta que pensaba que era el centro del Universo, y que mis problemas eran lo más importante de todo. Un estúpido que tenía dos pies para andar, correr, brincar, bailar... Y cuando vi a aquel muchacho parapléjico, encadenado de por vida a su silla de ruedas, y, sin embargo, el ser más feliz del planeta, me sentí fatal. No sabría describir aquella situación. No creo que existan palabras en el diccionario para expresar ese sentimiento.

Sólo sé que aquel muchacho fue como un ruiseñor que canta en la oscuridad próxima al amanecer, en un bosque en silencio, y que a partir de ese momento todo empieza a tener luz y a cobrar vida, y que todos los seres del bosque comienzan a cantar de alegría para recibir ese nuevo día.

Aquel instante, que pareció una hora, cambió por completo mi vida. Dejé de culparme y de culpar. Dejé de imaginar situaciones estúpidas. Dejé de pensar en el pasado y en posibles futuros. Empecé a tener una actitud positiva, mirando sólo el instante actual, que es lo único que realmente existe, e intentar ser feliz con el aquí y ahora. Descubrí que las heridas de mi alma me las infligí yo mismo, y que, neciamente, me las infligía para liberar mi culpabilidad e intentar huir de mis problemas y de mi dolor. Descubrí que mi mente era un microscopio de alta graduación, que exageraba esas insignificantes bacterias llamadas problemas, y las convertía del tamaño de un rascacielos.

Mis heridas sanaron de repente. La pesada carga que estaba llevando se liberó. Empecé a andar livianamente en la vida. Mi corazón comenzó a latir nuevamente con brío y energía. Todo comenzó a tener color y sentido.

Han pasado casi veinte años desde aquel revelador encuentro. Durante un tiempo estuve viendo a aquella salvadora pareja, riendo y cantando en un parque muy cercano, con un grupo numeroso de jóvenes. Cada vez que veía a esta pareja mi corazón palpitaba de nuevo, y una sonrisa se dibujaba en mi rostro. Durante estos años, cuando he tenido algún problema, he recordado aquel increíble instante. A veces con una lágrima y una sonrisa.

Muchas veces estuve a punto de irrumpir en ese círculo e intentar ser su amigo, o dedicarles unas palabras de agradecimiento. Pero nunca lo hice. Era mejor así. Disfrutar en la distancia y en mi interior aquella felicidad contagiosa era lo mejor que pudo pasarme. No quise descubrir el truco de ese misterioso hechizo. Era mejor así.

Hace unos pocos años dejé de ver a esa extraña pareja, aunque no al grupo, cada vez menor, de amigos en el mismo parque. Supongo que los avatares de la vida les ha llevado a conocer el amor, a casarse, a vivir en otro lugar, a formar una familia.

Sé que allá donde estén la felicidad es eterna e inagotable.

Tiempo después de aquel instante encontré un viejo proverbio que lo resume: estaba furioso por no tener zapatos hasta que encontré a un hombre que no tenía pies.

La frase del día

La alegría es la piedra filosofal que todo lo convierte en oro. Benjamin Franklin

Alegría

No hay bosque más semejante a un desierto
que aquel donde no cantan los pájaros.

¿Por qué digo ésto?

Porque el pájaro es alegre,
y expresa su alegría en su canto.
El ser que lo escuche
se contagiará de su alegría.

Porque cuando un pájaro canta
todo su alrededor queda hechizado;
todos los seres quedan encantados,
y viven y actúan con felicidad.

En el bosque donde no cantan los pájaros
no hay alegría ni hay felicidad.
Es un bosque silencioso y tenebroso,
un cementerio de la vida.

Observo a mi alrededor,
y veo este bosque marchito.
Todos los seres sufren,
todos los seres se afligen,
todos los seres se desesperan,
todos los seres se mueren.

Mis penas son insignificantes,
mis preocupaciones son estúpidas,
mis problemas son chistes
cuando los comparo con los demás.

Alegraré mi alma con palabras animosas.
Alegraré mi alma con una gran sonrisa.
Alegraré mi alma riéndome sinceramente.
Alegraré mi alma llenándola de felicidad.

Alegraré mi alma porque no merece la pena preocuparse,
y porque sí merece la pena alegrar las almas ajenas.

Seré ese alegre ruiseñor
que cante en todo momento donde esté.
Y cantaré mi alegría y mi felicidad.
Y cantaré mi amor con mi corazón.
Y todos los seres me oirán,
y todos lo seres me sentirán,
y todos los seres serán felices conmigo,
y todos los seres cantarán conmigo.

Cantaré y haré feliz el bosque en este día,
porque no quiero perder otro día.
Cantaré y alegraré el bosque ahora mismo,
porque después quizá sea demasiado tarde.

viernes, junio 09, 2006

Mi frase

El más grande de los bosques tuvo su origen en una diminuta e insignificante semilla. Rafael Hernampérez

La frase del día

Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera. François de la Rochefoucauld

Paz

La terrible tormenta en mi alma cesa,
las negras nubes en mi mente se disipan,
la húmeda y fría lluvia de mis ojos se aleja,
y el cálido sol en el horizonte de mi corazón aparece.

¡Aléjate de mi, pérfida tempestad,
que bastante mal has descargado
y solamente estás de paso!

Observo cómo te alejas, y empiezo a reírme.
“no has sido tan mala después de todo”.
Tus temibles rayos, cortantes y peligrosos,
no han sido tantos, y menos aún los que me han alcanzado.
La inmensa lluvia que has dejado
puede ser beneficiosa y aprovechable.

He perdido algo,
pero me queda mucho más.
No me lamentaré de las pérdidas,
pues éstas no se pueden recuperar.
Trabajaré para reparar el daño,
y podré obtener más cosechas.

Aparece el sol y el cielo azul,
tras la tormenta en mi alma.
Cantan alegres los pájaros,
enmudeciendo los truenos que se alejan.

¡Llegad a mí, rayos de sol!
¡Iluminad mi alma de paz y felicidad!
¡Madurad los frutos,
que la tormenta ha cesado!

¡Aléjate de mí, tormenta!
¡Ven a mí, sol!
Que soy vuestro dueño,
amo y señor.

jueves, junio 08, 2006

La frase del día

Amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida. Oscar Wilde

La frase del día

Vivimos en el mundo cuando amamos. Sólo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida. Albert Einstein

Amor

La gran montaña posee un manantial.
No sé la edad que tiene,
pero sé cuál es su aportación.

He descubierto que soy como la gran montaña:
poseo un infinito manantial,
cuyas aguas se extienden más allá del horizonte.

Con estas aguas puedo dar vida a las plantas.
Con estas aguas puedo dar vida a los animales.
Con estas aguas puedo dar vida a la humanidad.
Con estas aguas puedo dar vida a todos los seres.
Con estas aguas puedo dar vida a todas las almas.

Voy a abrir este oculto manantial,
y con él regaré todo el universo con sus aguas.
Regaré áridos desiertos,
regaré secos parajes,
regaré ricos bosques,
regaré fértiles campos,
regaré almas hambrientas,
regaré almas sedientas,
regaré almas enfermas,
regaré almas afligidas,
regaré almas desesperadas,
regaré almas envidiosas,
regaré almas codiciosas,
regaré almas saturadas de odio,
regaré almas saciadas,
regaré almas sanas,
regaré almas felices,
regaré almas nobles,
regaré almas justas,
regaré almas puras,
regaré almas humildes,
regaré almas con corazón.

Regaré el árido desierto y el seco paraje,
y daré vida a un hermoso bosque.
Regaré el rico bosque y el fértil campo,
y daré vida a una frondosa selva.
Regaré las almas salvajes y desdichadas,
y daré vida almas amansadas y felices.
Regaré las almas puras y felices,
y daré vida a almas más grandes.

Abriré el infinito manantial oculto en mi corazón,
y regaré todo el universo con las aguas puras del amor,
y de esta manera brotarán las semillas que yo siembre,
porque también habrá agua pura y cristalina para mi.

miércoles, junio 07, 2006

La frase del día

Ansiar algo muy grande te impedirá disfrutar de lo pequeño que tienes ahora. Rafael Hernampérez

Absurdo pero real

Hoy he presenciado una escena en este teatro que es la vida. Es curiosa la interpretación, el drama, la comedia o la tragedia que nos proporciona el mundo real si prestamos un poco de atención, y nos dejamos de ver reality shows en la televisión.

Hoy he viajado en tren, como cualquier otro día, para transladarme a mi trabajo. En mitad del trayecto, mientras leía un libro, me he dado cuenta de que el tren iba más vacío que de costumbre y que la luz del sol era algo menor a lo habitual. Miré por la ventanilla a ver si veía un cielo nublado, pero no fue así. Algo no encajaba. Miré mi reloj y me di cuenta de que era una hora antes.

Ya no había vuelta atrás. Ya estaba a mitad de camino. Cualquier otro, o yo mismo hace un tiempo, nos hubiéramos maldecido a nosotros mismos por este detalle, por haber adelantado la hora del despertador (mi despertador es digital y a veces, por un defecto del funcionamiento del mismo, adelantas la hora en lugar de la de la alarma). Sin embargo, sonreí. Hoy tengo una hora más. Y sabía cómo aprovechar esa hora: adquiriendo sabiduría a través de un libro.

Fui a desayunar a la cafetería que hay justamente enfrente del lugar de trabajo. Mientras degustaba tranquilamente mi aromático café, se produjo una discusión fortuita entre el dueño del bar y el panadero que acaba de llegar con el pan.

No suelo prestar atención a estas situaciones, porque es de mal gusto curiosear y meterte en discusiones ajenas, pero era inevitable a tan sólo un metro o metro y medio de ti.

El dueño del restaurante es una persona mayor muy simpática, amable y atenta. Pero en ese momento se transformó en un saco de truenos y tempestades. Un ser totalmente diferente al ser que conocía de cada mañana.

El panadero llegó tarde, y le obligó a abrir su caja de cartón precintada y transferir su contenido de pan a otra caja de plástico que tenía el dueño del restaurante. El panadero estalló, tirando de mala gana las dos cajas, rompiendo la suya de cartón y lanzando de mala manera el pan a la otra, y mientras tanto, despotricando y gritando improperios.

La cocinera, la única con sentido común, salió impartiendo paz, argumentando que era muy pronto para empezar el día con enfados. A la pobre no la hicieron caso, y cada uno a su batalla.

Lo último que dijo el panadero antes de irse fue: "Encima que llego tarde, que no ha sido culpa mía, tengo que hacer ésto. Un poco de consideración, por favor". Acto seguido, cogio su destrozada caja y se largó sin mirar atrás.

Cualquiera puede ver aquí una situación normal o de poco interés. Pero de ella se aprenden muchas cosas.

Lo primero es que los clientes nos llevamos una amarga sorpresa. Íbamos a desayunar tranquilamente antes de empezar a trabajar. Sin embargo, esa tranquilidad, esa paz, ese placer matutino, fue interrumpido. Quien menos culpa tenía de todo era el cliente y tuvo que presenciar una escena bochornosa. Asimismo, ver cómo el pan que comes (yo desayuna una barra de pan tostada con aceite de oliva) es tratado con indiferencia, volando de una caja a otra, es algo nada agradable.

Lo segundo es que el panadero llegó tarde. No se le preguntó por qué llegó tarde, si no que directamente se le acusó y se le obligó a cambiar el pan de contenedor (cosa que dudo sea su obligación), de muy malas maneras y faltando al respeto. ¿No pudo haber llegado tarde por culpa de un atasco?. Madrid entera está en obras, por lo que es muy normal un retraso. O la causa pudo haber sido otra, como, por ejemplo, el haber tenido que ir de noche de urgencias al hospital.

Lo tercero es que el dueño del bar no tuvo ni modales ni tacto. Quitar el precinto y pasar directamente de una caja a otra, a él le hubiera supuesto apenas un minuto de su tiempo. Por esa insignificancia se armó una tragedia digna de una épica singular.

¡Qué desperdicio de energía! ¡Qué desperdicio de talento! ¡Qué derroche de inteligencia! Lo peor de todo es que de algo tan tonto se hubiera montado algo que iba en perjuicio del espectador. Por un simple "por mis cojones" se ha perdido algo de esa relación entre el dueño y el panadero, incluso en la confianza de los clientes.

Cada vez que analizo mi vida me doy cuenta de que nos comportamos como estas dos personas. Discutimos por nimiedades y hacemos montañas de granos de arena. Al final, la destrucción que ello provoca es inexplicable para lo poquita importancia que tuvo su origen: una simple chispa que provocó un trágico incendio devastador.

La frase del día

Un prestamista tenía dos deudores; el uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. No pudiendo ellos pagar se lo perdonó a los dos. ¿Quién de ellos lo amará más?. Jesucristo

Perdón

El viejo árbol se alza y embellece la Tierra.
El viejo árbol se extiende y da sombra.
El viejo árbol no hace mal,
y nadie le hace mal.

Si el rayo rompe una de sus ramas,
el viejo árbol no repreenderá al rayo.
Si un hombre patea su tronco,
el viejo árbol no pateará al hombre.

El gran sabio no hace mal,
y nadie le hace mal.
El gran sabio obra como el viejo árbol:
Obra bien y no hace mal;
por eso le aman y evita que le ataquen.
Siembra la semilla del bien,
y obtiene el fruto del bien.
Si alguien le ataca,
puede tener razón;
si no la tiene, le perdona.

Le perdona porque está enfermo de envidia.
Le perdona porque no quiere imitarle.
Le perdona porque no quiere rebajarse a su ruin categoría.
Le perdona porque en su corazón alberga amor y no rencor.

El gran sabio perdona al crítico,
porque puede revelarle sus errores.
El gran sabio perdona al ladrón,
porque puede recordarle su codicia.
El gran sabio perdona al hombre malo,
porque así demuestra que él es un hombre bueno.

El gran sabio perdona,
porque así se perdona a sí mismo,
porque así gana el amor del prójimo,
porque así suprime las preocupaciones,
porque así se quita la espina del rencor,
porque así limpia su alma,
porque así encuentra paz.

Perdonaré para ser como una piedra;
aunque me pateen o me lancen al precipicio,
seguiré en mi quietud sin desgastarme.

martes, junio 06, 2006

La frase del día

El miedo es un genio que siempre nos concede nuestros más profundos deseos. Rafael Hernampérez

La frase del día

Si quieres adivinar el futuro, créalo a partir de ahora... El futuro eres tú mismo, está en ti; tú decides su signo. El futuro no está en manos del tiempo, está sólo en las tuyas. Alex Rovira

lunes, junio 05, 2006

¿Preocupado?

¿Preocupado? ¿De qué? Hay tantas cosas de las que preocuparse, y, sin embargo, nos preocupamos de las más nimias e insignificantes. Nos preocupamos mucho por ese arañazo que han hecho en nuestro coche. Posiblemente lo hizo alguien sin querer porque iba muy cargado, o un niño jugando, o alguien distraído. Pero no nos procupamos de cada instante que se nos escapa sin haberlo disfrutado, sin haber amado, sin haber reído o, por lo menos, sonreído. Ese instante que no volverá a repetirse y que pudimos haber vivido. Porque, amigo mío, la vida es precisamente una colección de instantes. Una colección tan enigmática y mágica de la que nunca sabrás cuándo se acaba. Por ello, sáciate de este instante porque es posible que sea el último. Haz mágico este instante. Hazlo especial con el amor. De esta manera, amigo mío, nunca estarás preocupado y serás feliz este preciso instante.

La frase del día

No dejes que tu pasado, sea el que sea, oscurezca tu visión de un futuro brillante. Alex Rovira Celma

domingo, junio 04, 2006

La frase del día

La felicidad siempre viaja de incógnito. Sólo después que ha pasado, sabemos de ella. Anónimo

Hoy toca ser feliz

A continuación transcribo la letra de una preciosa canción de un grupo español llamado Mago de Oz. Espero que os guste y reconforte tanto como a mí.


Cuando un sueño se te muera
o entre en coma una ilusión,
no lo entierres ni lo llores, resucítalo.

Y jamás des por perdida
la partida, cree en ti.
y aunque duelan, las heridas curarán.

Hoy el día ha venido a buscarte
y la vida huele a besos de jazmín,
la mañana esta recién bañada,
el Sol la ha traído a invitarte a vivir.

Y verás que tú puedes volar,
y que todo lo consigues.
Y verás que no existe el dolor,
hoy te toca ser feliz.

Si las lágrimas te nublan
la vista y el corazón,
haz un trasvase de agua
al miedo, escúpelo.

Y si crees que en el olvido
se anestesia un mal de amor,
no hay peor remedio
que la soledad.

Deja entrar en tu alma una brisa
que avente las dudas y alivie tu mal.
Que la pena se muera de risa,
cuando un sueño se muere
es porque se ha hecho real.

Y verás que tú puedes volar
y que todo lo consigues.
Y verás que no existe el dolor,
hoy te toca ser feliz.

Las estrellas en el cielo
son solo migas de pan
que nos dejan nuestros sueños
para encontrar
el camino, y no perdernos
hacia la Tierra de Oz,
donde habita la ilusión.

Y verás que tú puedes volar,
y que tu cuerpo es el viento,
porque hoy tú vas a sonreír,
hoy te toca ser feliz.

viernes, junio 02, 2006

Clarísima decisión

- ¡Papá! ¡Papá! ¿Por qué tienes que ir a trabajar?

Nerea, con sus graciosas coletas, me miraba con carita de pena.

- Porque con el trabajo pagas esta casa, la comida, la ropa, el coche...

- ¿Y por qué estás tanto tiempo fuera de casa? Ahora no estás en Londres, si no en Madrid. Estás muy cerca.

Aquello me dejó un poco fuera de lugar. Hacía unos meses estuve trabajando en Inglaterra, de lunes a viernes, y no veía a mi hija durante cinco días a la semana. Ahora estaba muy cerca, pero para ella, el resultado era el mismo. Por culpa del trabajo no me veía. Me extrañaba y me echaba mucho de menos.

A sus cuatro años, Nerea es un ser demasiado inteligente, o, quizás demasiado inocente de decirte sin pensar lo que piensa, y te transmite lo que es demasiado obvio.

Apenas tuve niñez. Tuve unos padres adictos al trabajo, con un negocio familiar. Mi madre hizo el sobreesfuerzo de ser trabajadora, esposa y madre al mismo tiempo. Nos procuró todo lo que necesitaba y mucho más. Y no era el único hijo. Otros tres cachorros sumaban cuatro a esa camada de críos que, inocentemente, van creciendo sin darse cuenta de que un día, de repente, son adultos y deben echar a volar.

Cada vez que recuerdo mi niñez me espanta recordar que apenas veía a mi padre, que apenas jugaba con él. Contadas son las ocasiones que le recuerdo ayudándome a hacer los deberes del colegio, o enseñarme lo que es la vida o disfrutar de su presencia y conocerle mejor. Ese desconocimiento de nuestras personas nos llevaron a una ruptura como padre e hijo, y, posteriormente, a un divorcio. Yo no le comprendía. Él no me comprendía. El me echaba la culpa de tantas cosas como yo se las echaba a él. Él no compartía mis anhelos, mis inquietudes ni mis ideas sobre cualquier cosa. No compartía mi forma de ver las cosas, ni de mi misión en esta vida. No me preparó, no me enseño, no me aconsejó. Y en ese cruce de recelos, frustraciones y culpas expiatorias, terminamos como enemigos y, lo que es peor, como olvidados.

Hoy me doy cuenta de lo que él ha pasado recorriendo el mismo camino que él recorrió. Cada uno toma sus decisiones en un momento determinado según sus circunstancias. Damos más importancia a ciertas cosas que a otras, y tenemos la oportunidad de equivocarnos o de acertar.

- ¡Papá! Te echo de menos. Quiero que estés aquí conmigo y con mamá, y que vayamos al parque a dar de comer a los patos.

Quiero contestarle, decirle algo para calmarla. Pero no puedo. Mi conciencia siente culpabilidad y tiene toda la razón del mundo.

En mi actual trabajo me estoy jugando mucho. Tengo dos partes enfrentadas por mí. Una que está a favor y otra que está en contra. Entre ellas hay directivos y gerentes que me apoyan, y también hay directivos y gerentes que quieren verme fuera. Estoy destinado en un nuevo proyecto en el que se han rebajado todas mis responsabilidades y me han sacado a campo. Es como ser capitán en el ejército y encontrarte sin medallas ni galones, con un fusil en la mano y en primera línea de fuego.

Estoy haciendo 11 horas y pico en el trabajo. Soy el primero que se va, y me miran como diciendo: "mira éste, ya nos deja". Pero los miro a la cara. Son todos muy jóvenes. Con novia o sin novia, con hipoteca o sin ella. No tienen ataduras para llegar a las 11 a casa, ni les importa echar horas porque no tienen a nadie esperándoles con una sonrisa y con un osito de peluche.

Llego a casa sobre las 9 y cuarto de la noche. Nerea ya ha cenado. Tengo el tiempo justo para ponerle su pijamita, darle un beso, un abrazo y recitarle nuestra oración de buenas noches: "Buenas noches, hasta mañana, que sueñes con los angelitos y con cositas bonitas como tú. Tururú". Después de ésto se marcha un poco triste a la cama, porque solo ha visto a su papá durante apenas quince minutos. Otras días está tan cansada que cuando llego ya se ha dormido. Como el otro día, que se durmió diez minutos antes, esperándome durante todo el día con mucha expectación para enseñarme un dibujo que hizo, en el que salíamos los tres como una familia feliz. Un triste retrato de lo que ella espera y de lo que realmente somos.

Dedico al trabajo más horas de las que están estipuladas por contrato y por convenio. Esas horas no son remuneradas, si no que las tienes que hacer porque sí. Porque si no las haces no eres parte de la empresa, vas en contra de tus compañeros, que sí se quedan y están sacando el trabajo por tí. Cuando te vas te miran como si fueras un traidor, o un egoísta, o un vago.

Soy trabajador, con más de 20 años a mis espaldas (la mayoría de estos no llevan ni cinco años trabajando). Además soy padre, una responsabilidad mucho más grande. La proporción de mi día es: once horas de trabajo y dos de viajes, dedicadas a mi trabajo. Y sólo un cuarto de hora al día como padre.

Puesto ésto último en la balanza creo que es obvio cuál es mi decisión.

Doy un beso a Nerea, le muestro una sonrisa sincera y desasogeda, no forzada como suelo hacer. La miro mientras cierra los ojos y se acurruca en la camita, abrazándose a su peluche. Apago la luz y comienzo a ver ese dibujo hecho realidad.

Naturaleza y Dios

¿Qué es Dios? Soy yo, eres tú, es aquel árbol, aquel pájaro que anida en su rama; es aquella brizna de hierba que se mece al compás del viento; aquella piedra, o aquella molécula que sólo conseguimos ver ante un microscopio. Todo lo que en este mundo es, es parte de un todo, y ese todo es gracias a cada uno de los elementos que lo compone. Lo que a uno le ocurra, ya sea para bien o para mal, afectará en mayor o menor medida en el resto de ese todo. Destruyendo la Naturaleza, nos estamos destruyendo a nosotros mismos y a resto de ese Todo.

La frase del día

La felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante. Antonio Gala

jueves, junio 01, 2006

La frase del día

Queremos ser más felices que los demás, y eso es dificilísimo, porque siempre les imaginamos mucho más felices de lo que son en realidad. Montesquieu