Profunda reflexión de autor desconocido, que analiza algunos de los puntos más importantes de nuestras vidas. Gracias, Carmina
Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta y en el momento exacto. Y, entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre... autoestima
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional no es sino una señal de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es... autenticidad
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama... madurez
Cuando me amé de verdad, comencé a percibir cómo es ofensivo tratar de forzar alguna situación persona, sólo para realizar que deseo, aún sabiendo que no es el momento o la persona no está preparada... inclusive yo mismo. Hoy sé que el nombre de eso es... respeto
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas, situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. De inicio, mi razón llamó esa actitud egoísmo. Hoy sé que se llama... amor propio
Cuando me amé de verdad, dejé de temer tener tiempo libre, y desistí de hacer grandes planes, abandoné los megaproyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé que eso es... simplicidad
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muhas menos veces. Hoy descubrí... la humildad
Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que se donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama... plenitud
Cuando me amé de verdad, percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, ella tiene una gran y valiosa aliada. Todo eso es... saber vivir
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