domingo, mayo 13, 2007

El regalo más hermoso

Emotivo relato de autor desconocido, que nos hará reflexionar sobre los verdaderos valores de la vida.


"El día que mi Cintia nació, en verdad no sentí gran alegría porque la decepción que sentía parecía ser más grande que el gran acontecimiento que representa tener hijo. Yo quería un varón.

En pocos meses me dejé cautivar por la sonrisa de Cintia y por el negro de su mirada fija y penetrante, fue entonces cuando empecé a amarla con locura, su carita, su sonrisa y su mirada no se apartaban ni un instante de mi pensamiento. Todo se lo quería comprar, la miraba en cada niño o niña, hacía planes, todo sería para mi Cintia."

Este relato era contado a menudo por David, el padre de Cintia. Yo también sentía gran afecto por la niña que era la razón más grande para vivir de David, según decía él mismo. Una tarde estaba mi familia y la de David haciendo una barbacoa en el patio de la casa y la niña entabló una conversación con su padre, un diálogo que todos escuchamos...

- Papi, cuando cumpla quince años... ¿Cuál será mi regalo?.
- Pero mi amor si apenas tienes diez añitos... ¿No te parece que falta mucho para esa fecha?.
- Bueno papi, tú siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca lo he visto por aquí.

La conversación se extendía y todos participamos de ella. Al caer el sol regresamos a nuestras casas.

Una mañana me encontré con David enfrente del colegio donde estudiaba su hija quien ya tenía catorce años.

El hombre se veía muy contento y la sonrisa no se apartaba de su rostro. Con gran orgullo me mostró el registro de calificaciones de Cintia, las cuales eran muy buenas. Felicité al dichoso padre y le invité a un café.

Cintia ocupaba todo el espacio en casa, en la mente y en el corazón de su familia, especialmente en el corazón de su padre.

Pero un domingo, muy temprano, cuando nos dirigíamos a misa... En ese momento Cintia tropezó con algo, o eso creímos todos, y ella dio un traspié. Sin embargo, en ese momento no cayó pues su padre la tomó de inmediato, evitando que se lastimara. De cualquier forma, ya instalados en el coche, vimos como Cintia se tumbó lentamente sobre el banco y casi perdió el conocimiento. Inmediatamente, buscando un taxi, la llevamos al hospital.

Allí permaneció por diez días y fue entonces cuando le informaron que su hija padecía de una grave enfermedad que afectaba seriamente su corazón, pero no era algo definitivo, que debían practicársele otras pruebas para llegar a un diagnóstico firme.

Los días iban transcurriendo. David renunció a su trabajo para dedicarse al cuidado de Cintia. Su madre quería hacerlo pero decidieron que ella trabajaría, pues sus ingresos eran superiores a los de él. Una mañana David se encontraba al lado de su hija cuando ella le preguntó:

- ¿Voy a morir, no es cierto?. Te lo dijeron los médicos.
- No mi amor, no vas a morir. No creo que Dios permitiría que pierda lo que más he amado en el mundo- respondió el padre.
- ¿Van a algún lugar?. ¿Pueden ver desde lo alto a las personas queridas?. ¿Sabes si pueden volver?.
- Bueno hija, respondió, en verdad nadie ha regresado de allá a contar algo sobre eso, pero si yo muriera, no te dejaría sola. Estando en el mas allá buscaría la manera de comunicarme contigo, en última instancia utilizaría el viento para venir a verte.
- ¿Al viento? - replicó Cintia - ¿Y cómo lo harías?.
- No tengo la menor idea hija, solo sé que si algún día muero, sentirás que estoy contigo cuando un suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese tus mejillas.

Ese mismo día por la tarde, llamaron a David, el asunto era grave, su hija estaba muriendo, necesitaban un corazón pues el de ella no resistiría sino unos quince o veinte días más. ¡Un corazón!. ¿Dónde hallaría un corazón?. ¿Lo vendían en la farmacia acaso, en el supermercado, o en una de esas grandes tiendas que propagan por radio y televisión?. ¡Un corazón!. ¿Dónde?.

Ese mismo mes, Cintia cumpliría sus quince años. Fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un donante, las cosas iban a cambiar. El domingo por la tarde, ya Cintia estuvo operada y todo salió como los médicos lo habían planeado. ¡Éxito total!.

Sin embargo, David no había vuelto por el hospital y Cintia lo comenzó a extrañar. Su mamá tuvo que explicarle que ya que todo estaba bien, a partir de ese momento su papá era quien trabajaría para sostener la familia. Cintia permaneció en el hospital por quince días más, los médicos no habían querido dejarla ir hasta que su corazón estuviera firme y fuerte y así lo hicieron. Al llegar a casa todos se sentaron en un enorme sofá y su mamá con los ojos llenos de lágrimas le entregó una carta de su padre.

"Cintia, mi amor:

Al momento de leer mi carta, debes tener quince años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la promesa de los médicos que te operaron. No puedes imaginarte ni remotamente cuanto lamento no poder estar a tu lado en este instante. Cuando supe que ibas a morir sentí que yo también moriría contigo, y me preguntaba ¿qué podía hacer?... después de tanto pensar y sentir mil cosas dentro de mi, decidí finalmente que la mejor manera de hacer algo por ti era darle respuesta a una pregunta que me hiciste cuando tenías diez años y a la cual no respondí. Decidí hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás ha hecho. Te regalo mi vida entera, sin condición alguna para que hagas con ella lo que creas que es mejor, sintiendo muchas cosas bellas y sabiendo que en el mundo lo más importante es que quieras vivir, ¡Vive hija!. Te amo!!!!...

También quiero que sepas que hoy, mañana y siempre estaré a tu lado, siempre. Te Amo y siempre Te Amaré, porque eres lo más grande y hermoso que Dios me ha dado... siempre estaré contigo, siempre TE AMARÉ..."

Cintia lloró todo el día y toda la noche. Al día siguiente, fue al cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá, lloró como nadie lo ha hecho y susurró:

-Papi ahora puedo comprender cuanto me amabas, yo también te amo aunque nunca te lo dije. Por eso también comprendo la importancia de decir "TE AMO". Y te pido perdón por haber guardado silencio...

En ese instante las copas de los árboles se movieron suavemente y cayeron algunas flores. Sintió Cintia que un suave viento rozó su cara y una brisa fresca besó sus mejillas. Alzó la mirada al cielo sintiendo una paz inmensa y dio gracias a Dios por eso. Se levantó y caminó a casa con la alegría de saber que lleva en su corazón "el amor más grande del mundo"...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ES UNA DE LAS HISTORIAS MAS BONITAS Q HE LEEIDO Y ES SOLO UNA PRUEVA DE LO QUE SE PUEDE ASER POR UN HIJO SI MI BEBITA ESTUBIERA ENFERMA YO TAMVIEN ARIA LO MISMO BUENO ES TODO FELICIDADES POR LA HISTORIA ATT.MAY...

Anónimo dijo...

no pzz a mi me gusto mucho por que yo veo k un padre como el o como todoz loz padrez de mundo arian toooooooooooooodo por hacer felices a sus hijos y me gusto por que esz como una reflexion para los hijos para k vean k los padres hacen todo bueno me guuuuuttooooooooo ez algo genial ze lazs recomiendo.

Anónimo dijo...

Bueno, de miles de historias que he leido, esta es una de las que me han conmovido mucho, a decir verdad casi me hizo llorar. FELICITO A RAFAEL HERNAN PEREZ por esta bellisima historia, y estoy segura que muchas otras personas tambien les gustara. felicidades.