martes, abril 10, 2007

¿Es malo ser demasiado bueno?

Ocurre a veces que cuando uno quiere ser excelente en bondad, termina convertido en un tirano. Ocurre a veces que cuando uno quiere hacer bien, termina haciendo daño. Ocurre a veces que cuando uno pone todo lo mejor de sí termina siendo incomprendido y repudiado porque el resultado no fue el que uno quería.

Hace un tiempo trabajo como gerente en una importante consultora multinacional. Al entrar me encontré a un equipo desmotivado y a punto de romperse debido, sobre todo, a que la empresa no había tenido en cuenta las condiciones de los trabajadores. El principal problema es que llevaban algunos años sin subida salarial, y la desmotivación provenía de la falta de reconocimiento de la empresa.

Un día, dos de mis empleados me abordaron para comentarme su situación, y lanzando amenazas. Estaban desesperados y ya nada más les importaba.

Transmití la situación a la dirección, quien tuvo a bien reunirse con ellos y con el resto, con el fin de escucharles y llegar a algún acuerdo.

Hace unas semanas se produjo la tan esperada subida, Algunos de los empleados seguían descontentos porque la subida era irrisoria y no era lo que esperaban. Alguno, incluso, se cebó en la empresa comentando todo el trabajo y dedicación que había dado y que no había servido para nada. Me agradecieron el gesto, y que se hubiese avanzado aunque sólo fuera un poquito.

Ayer, otro empleado se quejó de que no había tenido ningún tipo de subida. Al rato le sorprendí navegando por páginas web de empleo y, sin ningún tipo de tapujo, me comentó que no siente un reconocimiento por parte de la empresa.

Escribí un correo nuevamente a la dirección, comentando nuevamente la desmotivación general del equipo, indicando el posible riesgo que habría si decidían marcharse y dejar el proyecto en estos momentos tensos. Aconsejé que hubiese una posición receptiva por parte de la empresa y escuchar nuevamente a estos empleados.

Esta mañana he abordado a uno de los directores, comentándole la situación. Me llevé una sorpresa cuando me comentó que algunas de estas personas exigían una subida salarial de hasta casi 12000 euros. Por otro lado, de las subidas prometidas a otros empleados de otros proyectos, éstas se redujeron o se quitaron para incrementar la subida salarial de estas personas, llegando incluso a un 18%. Es decir, que se sacrificó subidas salariales de otros compañeros para satisfacer en lo posible a estas personas.

A esta noticia, añadir que este equipo ha sido el menos productivo de la empresa desde hace mucho tiempo, y que ahora es cuando empezaba a realizar algo de trabajo debido al proyecto que estoy gestionando.

Al final, el director se indignó por el desagradecimiento y el eogísmo de estas personas que, a costa de los demás han conseguido una subida salarial injusta y se siguen quejando. Comentó que ante este tipo de comportamientos habría que actuar firmemente con un despido como ejemplo. Esta acción iba a tomarse inmediatamente, pero sugerí esperar un par de semanas como mínimo. Por un lado, la semana que viene salimos a producción con el cliente, y estas personas son indispensables. Por otro lado, quería enfriar la situación para que la cosa no fuera a más. Al final, se tomará esas dos semanas para actuar.

El mundo se me vino encima. Por un lado, me sentí como un tonto en mitad de esta contienda, sintiéndome engañado o manipulado por personas que iban de víctimas. Por otro lado, me sentía muy mal, ya que debido a que quería ayudar, he terminado por provocar, sin quererlo, una guerra que lo único que va a hacer es empeorar aún más las cosas. Si despiden a una persona, las demás se marcharán inmediatamente, dejando el equipo sin recursos, con una sensación muy amarga en el ambiente, y con una desconfianza entre el resto que haría el aire irrespirable. Casi prefiero que no pase nada y que las personas del equipo se vayan yendo una a una, mes a mes o incluso semana a semana, con un ambiente mucho mejor, y con un margen de reacción aceptable.

Al final has de tener mente de negocio, y olvidarte de las personas, aunque cueste mucho. Ser una chispa inocente que encienda la mecha de una terrible bomba, no es un concepto muy halagüeño de uno mismo.

Ante un problema como éstos uno se siente perdido, ya que lo que uno quería hacer con la mejor intención del mundo, por ayudar a todos, al final termina siendo la peor de las desdichas. Ni pagado, ni agradecido, y además como objetivo de todos los dedos, iras y culpas. Aún no ha ocurrido, pero así será.

Uno vuelve a recordar una amarga lección: el futuro es un bromista que cambia tu visión.


[POR LA TARDE]

Caprichosa es la palabra, y tan sólo una puede provocar la mayor de las tragedias. Pero tener la palabra puede ser una bendición, porque puede aclarar lo que nuestra enturbiada mente puede imaginar.

El director llamó a uno de estos empleados y habló muy molesto con él. El empleado, perplejo, explicó que esa percepción era errónea, ya que tanto él como el resto de sus compañeros, aunque si bien no consiguieron lo que quisieron, estaban más que de acuerdo con la subida.

Tras esta reunión, el empleado fue a hablar conmigo describiéndome la reunión. Mientras oía, absorto, lo ocurrido, me percaté que el motivo de tan ruidosa y calamitosa situación era mi exceso de prevención y de celo, por no querer revelar nombres. La información era incompleta, y al ser incompleta, el director supuso que todo iba relacionado con estos empleados que en su día se quejaron, cuando en realidad el asunto espinoso (queja enfurecida y visita de páginas web de empleo) era por otro empleado que no pertenecía a este grupo.

Fui a hablar con el director, explicándole el malentendido, y, para desgracia mía, tener que revelar nombres y hechos concretos para que quedase todo aclarado. Al final lo comprendió todo y se calmó, criticándome por no haber sido concreto y dar los detalles para evitar el malentendido.

Acto seguido fui a hablar con este empleado, explicándole lo mismo.

La moraleja de esta historia es la siguiente: una palabra no dicha, o no dicha con claridad, puede llevar a suposiciones erróneas y equivocadas.


Rafael Hernampérez

1 comentario:

mel dijo...

Es así, hay cosas que simplemente no podemos controlar, escapan a nuestras manos mas allá de querer hacerlas bien y pensando en el bienestar de los demás. Pero las buenas intensiones tarde o temprano terminan develando quienes somos.