miércoles, febrero 07, 2007

Llueve

Tras varios días de trabajo arduo y sin tregua, he conseguido salir del trabajo a una hora humana.

Hoy necesitaba llegar a casa, embutirme en un chándal y correr durante media hora o más, con el fin de liberar mi estrés. Una vez preparado, con mi reproductor de MP3 a todo volumen, y con los músculos deseosos de hacer ejercicio, al abrir la puerta de mi portal me encuentro con que está empezando a llover.

Me sentó un poco mal, porque necesitaba imperiosamente una carrera. Podría haber corrido a pesar de la lluvia, pero las aceras son resbaladizas con el agua, y además hacía un frío que podría perjudicar mi ya maltrecho catarro.

Di media vuelta, y volví a mi casa. Alli estaba mi hija, a quien apenas veo, y a quien operarán la semana que viene. Jugaba con unas tijeras infantiles, recortando figuras de unas revistas. Me senté a cenar mientras Nerea jugaba con sus tijeras, ajena a los problemas del mundo y de los adultos.

Aquella escena duró sólo unos pocos minutos. Nerea se iba a la camita, tras un besito de buenas noches. En ese momento, mi estrés desapareció. La frustración por no poder ir a correr se esfumó. Mi dolor de cabeza despareció.

Y me puse a reflexionar: "Todo mal esconde una semilla del bien, del mismo modo que el bien esconde una semilla del mal".

Esa molesta lluvia me dará de beber durante días, beneficiará al campo, que me otorgará alimento en un futuro cercano; limpiará nuestra contaminada atmósfera, que purificará mis pulmones y me alargará un poco la vida, al igual que a millones de seres humanos. Siendo un poco graciosos, incluso limpiará mi coche (que da pena verlo); dará vida a nuevas plantas, que a su vez, alimentará y dará vida a nuevas criaturas animales. Todo es una secuencia de acontecimientos.

Me acuerdo a mi amiga Esperanza, que se pone muy triste cada vez que llueve, pero a quien siempre animo con una sonrisa.

La felicidad siempre está presente, a tu alcance, incluso en la peor de las circunstancias. Pero la felicidad es como un espectro que se camufla muy bien. Hay que cambiar el chip, aceptar las circunstancias, predisponer una actitud positiva y ponerse las gafas correctas para reconocerla y aceptarla. Saber que las circunstancias no cambian por tu capricho, que no puedes detener la lluvia. Pero sí puedes cambiar tu actitud frente a estas circunstancias, optar por ser el ser más desgraciado o el ser más feliz. Sólo tú eliges cuánta felicidad o desgracia quieres en esta situación.



Rafael Hernampérez

Dedicado a Carolina, una criatura muy especial y querida para mí.

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