viernes, diciembre 22, 2006

El inventario

Interesante reflexión de autor desconocido. La he guardado en un rincón importante de mi alma para consultarla de vez en cuando.

Aquel día lo vi distinto. Tenía la mirada enfocada en lo distante, casi ausente. Pienso ahora que tal vez presentía que ese era el ultimo día de su vida. Me aproximé y le dije: ¡Buen día, abuelo! Y él extendió su silencio.

Me senté junto a su sillón y permanecí callado. Después de un misterioso instante , exclamo: ¡Hoy es día de inventario, hijo!

-¿Inventario?- Pregunté sorprendido.

-Sí. El inventario de cosas perdidas.- Me contestó con cierta energía y no sé si con tristeza o alegría. Y prosiguió...

-En el lugar donde nací, las montañas quiebran al cielo como monstruosas presencias constantes. Siempre tuve deseos de escalar la más alta. Nunca lo hice, no tuve el tiempo ni la voluntad suficiente para sobreponerme a mi inercia existencial. Recuerdo también a María, aquella chica que amé en silencio por cuatro años, hasta que un día se marchó del pueblo y yo sin saberlo.

¿Sabes algo? También estuve a punto de estudiar ingeniería, pero mis padres no pudieron pagarme los estudios. Además, el trabajo en la carpintería de mi padre no me permitía viajar. ¡Tantas cosas no concluidas, tantos amores no declarados, tantas oportunidades perdidas, tantos deseos sin realizar!

Luego, su mirada se hundió en el vacío, se humedecieron sus ojos y continuó:

-En los treinta años que estuve casado con Rita, creo que solo cuatro o cinco veces le dije "te amo".

Tras un breve silencio, regresó de su viaje mental y mirándome a los ojos me dijo:

"Este es mi inventario de cosas perdidas, la revisión de mi vida. A mí ya no me sirve. A ti sí. Te lo dejo como regalo para que puedas hacer tu inventario a tiempo".

Después, con cierta alegría en el rostro, continuó con entusiasmo y casi divertido:

-¿Sabes qué he descubierto en estos días?

-¿Qué, abuelo?

Aguardó unos segundos y no contestó, sólo me interrogó:

-¿Cuál es el pecado más grande en la vida de un hombre?

La pregunta me sorprendió y solo atiné a decir, con inseguridad:

-No lo había pensado... ¿Supongo que matar a otros seres humanos?, ¿Odiar al prójimo y desearle mal?, ¿Tener malos pensamientos?

Su cara reflejaba negativa. Me miró intensamente, como remarcándome el momento, y en tono firme y grave me señaló:

-El pecado más grande en la vida de un ser humano es el de omisión.

Y lo mas doloroso es descubrir las cosas perdidas sin tener tiempo para encontrarlas y recuperarlas.

Al día siguiente regresé temprano a casa, luego del entierro del abuelo, para realizar urgentemente mi propio inventario de las cosas perdidas.
¿Para que esperar a hacer el inventario de cosas perdidas, y no mejor el inventario de cosas ganadas?

1 comentario:

C2ISLOV3 dijo...

A veces las circunstancias nos obligan a renunciar ilusiones por favorecer otras opciones, ya sea por decisión propia, por una compensación familiar y a veces incluso por dejadez.

Los días pasan volando por lo que es oportuno hacer un balance de lo vivido y de lo que se tiene pendiente vivir, buscando la fórmula y el equilibrio para poder realizarlas.